Se cuenta entre marineros que el océano da segundas oportunidades a quienes conocen su final en sus bravas aguas. 

Estas criaturas fueron toda clase de humanoides que murieron ahogados en el mar o fueron entregados a las aguas en un ritual fúnebre, arrastrados hasta el fondo del océano y adoptados por los elementales que allí habitan. 
Los océanos, como la tierra sobre la que se anda, son dominios de Tuoma, y se conoce que esta deidad otorga segundas oportunidades y da ciertas licencias a sus elementales. 

Las sirenas o tritones nunca retienen los recuerdos de quienes fueron, pues sus conciencias y almas son las que fallecen, más sus cuerpos se quedan para una segunda vida, por lo que no dominan ninguna lengua terrestre y se comunican entre ellos a través de frecuencias de sonido incomprensibles para otras especies; sus tonos de piel se tornan grisáceos al transformarse, y se mantienen como mamíferos capaces de aguantar la respiración por 1 hora aproximadamente antes de salir a la superficie para respirar.
Entre sus cambios más notorios está que adoptan garras y colmillos letales, junto a una mordida que podría partir huesos. Habitan cerca de arrecifes y migran en grupos.

Es posible que se reproduzcan entre sí, pero su origen más común es el mencionado antes. Tienen una esperanza de vida de aproximadamente 20 años.

Son neutrales respecto a su relación con los humanoides terrestres, pero se tiene registro de que son muy agresivos si se sienten amenazados o invadidos en sus territorios, siendo una de sus armas más letales el canto, que se oye como largos coros que confunden las mentes de los navegantes y pueden causar naufragios. Se sabe que se alimentan de cualquier tipo de carne, y tienen una alta resistencia física y velocidad. 

Costumbres a su alrededor

Hay culturas que, como parte de su rito funerario, envían los cuerpos al agua a través de un ritual agradeciendo a Tuoma y los dioses; a través del ritual se devuelve la energía prestada, y nace una sirena o tritón.

Aparición en la saga

Mención breve – Libro I: Linaje de Reyes, Capítulo 17, Ardilla.