Los Gigantes Dormidos

Antes de que la esfera fuera habitada por criaturas como tú, o como yo; era recorrida por humanoides enormes, de pisadas que hacían vibrar todo hasta el núcleo, y alzaban enormes oleajes cuando marchaban, pues no había tierra alguna, solo agua. 

Eran demasiado grandes para el mundo que habitaban, así que eran realmente pocos, y tan altos que dormían sentados, con la cabeza sobresaliendo del mar. Muchos morían ahogados si perdían el equilibrio, y eran generalmente torpes, un primer experimento de los dioses sobre la vida en la esfera.

Luego de siglos de solo observar cómo morían ahogados, o se mataban entre sí gruñendo y berreando sin sentido, Sueshir fue el primero de los dioses en aburrirse y tomar medidas… drásticas.
Estaba tan harto del panorama repetitivo, de la falta de cambios o desarrollo en esas primeras criaturas que creó junto a su hermana y a Tuoma, que decidió reutilizar el material, re plantear el mundo, pues no había mucho que perder. 

Ishat, compartiendo el aburrimiento de su hermano, estuvo de acuerdo con su plan, y Tuoma en ese entonces era una energía sin norte u objetivos, como los mismos primeros humanoides, pues no había suficientes principios de la natura bajos los cuales operar, y solo era una deidad reactiva, por lo que no intervino en lo que aconteció después. 

Determinados a hacerlo mejor, Sueshir e Ishat decidieron empezar una encarnizada cacería, matando a cada gigante que se cruzaron sin tregua, dejando que sus cuerpos enormes cayeran en el océano y se quedaran allí, fundiéndose con la esfera, adoptando un nuevo significado, dando origen a la tierra y los continentes. 

Durante la terrible masacre divina, dos gigantes, quienes contra todo pronóstico habían empezado a desarrollar un mejor sentido de sí mismos, de su entorno y de sus capacidades, intentaron huir dando vueltas y vueltas al inescapable mundo, con los dioses pisándoles los talones, hasta que el agotamiento fue más del que sus cuerpos podían soportar y, resignados, decidieron esperar la llegada de su perecimiento, eligiendo quedarse juntos y caer de esa forma, abrazados. 

Aunque los dioses los alcanzaron, la escena conmovió inmensamente a Sueshir, quien frenó a Ishat y la convenció de designarles un destino diferente… Uniendo fuerzas, recostaron a los gigantes, uno abrazado a la espalda del otro, y los sumergieron en un sueño eterno, durante el cual sus cuerpos se fundieron con la esfera, como los del resto, con la excepción de que su esencia continuó latiendo en la tierra, y en el lugar donde coincidían sus corazones, se forjó un volcán, un espacio sagrado.

No pido otra cosa que aquello que vamos a crear lleve el nombre de este, mi querido amigo.
Efherion.

Sintieron los dioses el deseo del gigante que abrazaba al más pequeño por la espalda, antes de caer profundamente dormido. No lo comunicó con palabras, pues no existían, pero tuvo suficiente convicción para que las deidades le entendieran… sorprendidos por saber el alcance de entendimiento de la criatura, incluso asignándole a su compañero un concepto entretejido en el idioma del universo, que significaba «igual, amigo».

El continente de los gigantes dormidos es el terreno más cargado de magia de la esfera, pues incluso lo que no debería cargar vida, la tiene gracias a la continua vigencia de los gigantes que la forjaron, alimentando la tierra con ese cariño nuevo y recién aprendido, ese instinto férreo de sobrevivir y acompañarse. 

Se dice, de hecho, que Efherion fue el continente tocado por la diosa cuando decidió regalarnos la magia, su capricho.

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