
El Origen del Lienzo
Mucho antes de medir los años como tiempo, de los días y noches separados el uno del otro y de que las civilizaciones tomaran rumbo… el Gran Lienzo, inacabable, esperaba con quietud que las primeras formas de vida aparecieran para definir el inicio de lo que parecía ya estar escrito, intrínseco como un secreto al cual ni siquiera los posteriores dioses tendrían total acceso.
Uno de sus misterios era la energía que se paseaba sin rumbo o intención, la cual eventualmente colisionó consigo misma y estalló en dos grandes nodos: El caos y el orden. Hermanos de creación y competidores inmediatos.
Por más de lo necesario, ignoraron por completo a aquel que les había dado vida y se ofrecía como marco de sus creaciones, para batallar el uno con el otro en búsqueda de supremacía absoluta. Dos formas de energía demasiado crudas y carentes de razón.
Sus estallidos en cada enfrentamiento se esparcían como soles ardientes alejándose más y más de su origen, chocando también entre sí la mayoría y generando enormes huecos sin luz y espectáculos de colores sin nadie para verlos.
En medio de la imparable batalla, el caos y el orden habían colisionado y estallado tantas veces que no quedaba sino un trozo de sí mismos entero, mientras el resto manchaba el lienzo de cuerpos redondos sin rumbo, en llamas o helados en la distancia, perdidos en la infinidad o tragados por los huecos sin luz y retornados a la raíz, al misterio del origen.
Fue en ese punto cuando las energías chocaron una última vez, ahora contra aquello que les había dado inicio, atraídos por sus partes perdidas; y de esa última colisión, donde ya se forjaba algo sin nombre y donde las formas más crudas de energía se habían repartido sin buscarlo, se generaron complejos hilos que anudaron y tejieron los eventos que todavía no sucedían. El destino nació, y de los nudos que crearon las historias en cada cuerpo esférico abandonado a su suerte, nacieron dioses.
Dioses con nombres diferentes para cada esfera en cuya historia existieran civilizaciones a las que influenciar y guiar; pero todos obedientes a los principios básicos iniciales: El caos, y el orden.
No se sabe con certeza cuáles son los nombres que adoptan los dioses en otras esferas, o cómo funcionan en su totalidad; pero sabemos que todos los mundos están conectados, como los dioses mismos, quienes son un todo y todos a la vez, y que cada criatura viva tiene ciclos nuevos y aprendizajes diferentes en cada esfera.
Nuestras energías pueden viajar entre las esferas y vivir historias nuevas desde el nacimiento a donde los dioses y los hilos nos designan ir cuando hayamos culminado una vida y queramos o no pasar a la siguiente.
Podemos saber que, en esta esfera, los dioses son tres: Ishat, Sueshir y Tuoma.
Y que es a partir de ellos que se creó nuestro mundo.