El Capricho

El Origen de la Magia

Ishat se presenta en ocasiones como una entidad caprichosa, empapada de curiosidad y dispuesta a poner a prueba los límites de los hilos para crear situaciones más interesantes y con variables más extensas. Se cuenta que fue esta naturaleza impredecible suya la que nos otorgó el conocimiento del Capricho. 
Dicen algunas versiones que un día, como cualquier otro, pasado o venidero, la diosa se dedicaba a apreciar nuestra esfera en el lienzo y, asumen los más atrevidos, pensó que algo faltaba. 

Nos veía a nosotros, sus criaturas; vivir nuestras vidas, cumplir nuestros destinos y morir ante el paso de los años como habían predispuesto, y aún así la esfera se sentía vacía. Algo no le hacía gracia.

Quienes vivieron ese tiempo pasaron la voz hasta nuestros días de que la diosa entonces extendió su tacto desde los cielos, en la forma de una chispa; no una luz, tampoco una llama, una centella que se clavó dentro de todos nosotros, otorgándonos poder, la fuerza de iluminar nuestros caminos y convertirlos en cenizas si nos hacía falta. 

Entonces estuvo contenta con nuestra esfera, la cual ahora ve con una sonrisa, pues dicen que le resulta mucho más divertido observarnos usando su regalo, escogiendo por nuestra cuenta qué hacer.

Cada vez que brillan luces en los cielos, en las noches, se trata de Ishat recordándonos de dónde viene nuestro poder.

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